¿Cuál fue tu primer amigurumi?

Hablando en el club de las crocheteras (puedes unirte cuándo quieras al grupo de Facebook, te estamos esperando) salió el tema sobre cual fue el primer amigurumi que tejimos. Me pareció un tema interesante para comentarlo y lanzar la pregunta ¿Cuál fue el primer amigurumi que tejiste?

Cuando comenzamos una actividad por primera vez, lo normal es que sea emocionante el aprendizaje o desesperante porque rara vez saldrán bien las cosas a la primera. El esfuerzo que le dedicas a aprender como hacerlo, el tiempo practicando, la sensación de satisfacción cuando lo ves terminado, son emociones que quedan grabadas en la memoria. Cuando volvemos a ver ese trabajo terminado volvemos a vivir emociones similares y reflexionamos sobre ello: ¿Yo hice esto?, «Tan mal no lo hice», «he mejorado bastante», etc. 

En el 2011 fue cuando hice mi primer amigurumi. Ese año charlando con una amiga me preguntó que si no sabía que eran los amigurumis, buscamos en San Google que casi todo lo sabe y dije «eso tengo que hacerlo yo». Como persona que no sabe nadar, me tiré a la piscina. Busqué tutoriales, muchos tutoriales que no entendía, hasta que saqué en conclusión: se empieza por un anillo mágico, luego todo es aumentar o disminuir puntos. Frustrada me centré en aprender esto junto a lo que ya sabía de pequeña.

Ese año hicimos un amigo invisible para navidad, consiste en hacerle un regalo a una persona que te ha tocado al azar. Quería regalar algo hecho por mi junto a un detalle comprado. El amigurumi me pareció un regalo original además el significado que le dan en Japón (su lugar de origen) lo hacía más especial:

Los amigurumis se asocian a conceptos como amistad, suerte y compañía. Incluso, algunas personas lo emplean como amuletos. En Japón es muy común verlos en las oficinas como un símbolo de apego, decoración personal, o como “recordatorio de respirar, sonreír y hacer una pausa».

Así que ni corta ni perezosa, sin entender los patrones, hice la seta de Mario Bross. El tamaño era desproporcionado, cabía en una mano entera cuando mi objetivo era hacer un sencillo llavero. Los puntos no coincidían en número al unir la parte marrón con la verde y que decir de la cabeza de la seta, era muy ancha además de que no era uniforme. Pero tejer tiene su cosa positiva, no hay nada que se arregle dando algunas puntadas en sitios claves y no hay amigurumi feo, si no mal rellenado. 

Desde entonces, no puedo leer bien los patrones de los amigurmis. Cierto es, que ahora la nomenclatura que usan en los blog facilitan mucho las cosas, ya no siguen los patrones originales de Japón y con una chuleta al lado con las abreviaturas puedo entenderlos. Sin embargo, me resulta más cómodo diseñar mis propios patrones antes que buscarlos y tratar de hacerlos. Todos los que he tejido son de patrón propio.

Pues esto ha sido la historia de mi primera vez. ¿Cuál fue la tuya?

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